sábado, 12 de marzo de 2011

Un año después...

Después de casi un año calendario de no aparecer por este pozo, acá estoy. Hace un par de meses que siento la necesidad de venir, pero aunque parezca mentira había perdido este sitio. No fue fácil pero lo encontré, y lo ví tan lindo que las ganas de actualizarlo me ganaron.
No sé bien a dónde va este post. Tengo tanto para decir que no sé por donde empezar.
Pasaron muchas cosas, al releer todo lo escrito creo que, definitivamente, todo el ruido que tenía en la cabeza me hizo arrancar de una vez, pero arrancar enserio.
Renuncié a mi trabajo y me voy a vivir a la patagonia.
Ese renglón, de tal fácil escritura, implica tantas sensaciones que no entrarían en toda la internet. Ganas, ilusiones, expectativas, algunos miedos y temores también pero sobre todo LIBERTAD. Eso es lo que siento ahora. Todo está por venir, todo por pasar, nada dicho ni predeterminado. Tal vez me voy por un par de meses, tal vez por años o toda mi vida. Tal vez las cosas sean difíciles, capaz todo fluya tremendamente y pueda decir en un tiempo que encontré mi lugar en el mundo. No sé nada de eso, pero sí se que si esto no es la felicidad misma, se le parece mucho.
Lo más curioso es que por casualidad (causalidad?) justo en el proceso de la decisión di con las respuestas a muchos de los interrogantes que me desvelaban y pude despertarme de alguna forma. Acá y ahora. Esa fue la filosofía que me mantuvo serena mientras toda la gente que me rodeaba, tal vez sin querer, cuestionaba de raíz mi decisión. Algunos incluso con el pretexto de extrañarme, dizfrazando sus propias frustraciones de angustia por mi partida. Comprensé una vida y dejenmé vivir la mía en paz. Estas situaciones sirven de verdad para separar la paja del trigo. Para reafirmar que hay gente que no. Para confirmar que mi familia, mis viejos y mis hermanos, son los seres más incondicionales del mundo para mí. Los únicos en los que confío ciegamente, mi norte, mi razón, mi todo. Ellos y los amigos de verdad, son lo único que voy a extrañar de esta vida abúlica que llevo en esta Buenos Aires. Pero ojo, lo que voy a extrañar es simplemente la cotidianeidad, porque por más que estemos lejos en el mapa, estamos cerca del corazón y cuando eso se da, no hay kilómetros que valgan.
Así que por todo esto es que hoy, sábado a la noche, no habiendo hecho demasiado de mi día ya no me hago tantos cuestionamientos. Tomé las riendas de mi vida y allá voy, a vivirla intensamente porque es mía. Y porque vale la pena. Salúd!